En el maravilloso mundo del cuerpo humano, existen numerosos sistemas que trabajan en conjunto para mantenernos sanos y funcionando de manera óptima.
Uno de estos sistemas es el sistema nervioso, el cual no solo se encarga de transmitir señales eléctricas para controlar nuestras acciones y reacciones, sino que también desempeña un papel fundamental en la regulación de nuestras funciones digestivas.
El sistema nervioso se compone de dos partes principales: el sistema nervioso central, que incluye el cerebro y la médula espinal, y el sistema nervioso periférico, que abarca los nervios que se extienden por todo el cuerpo.
Estos dos componentes trabajan en conjunto para enviar y recibir información, permitiendo que nuestro organismo funcione de manera eficiente.
Cuando se trata de la digestión, el sistema nervioso tiene un papel esencial.
A través de una red de nervios llamada sistema nervioso entérico, que se encuentra dentro de las paredes del tracto gastrointestinal, el sistema nervioso se comunica directamente con el sistema digestivo.
Este sistema entérico está formado por millones de neuronas y es conocido como nuestro “segundo cerebro”, ya que tiene la capacidad de controlar de forma autónoma las funciones digestivas.
La relación entre el sistema nervioso y las funciones digestivas es bidireccional.
Por un lado, el sistema nervioso central envía señales al sistema nervioso entérico para regular el proceso digestivo.
Por ejemplo, cuando comemos, el cerebro envía señales al sistema nervioso entérico para que inicie la producción de enzimas digestivas y la contracción de los músculos del tracto gastrointestinal, permitiendo así la descomposición y absorción de los nutrientes.
Por otro lado, el sistema nervioso entérico también envía señales al sistema nervioso central para informar sobre el estado de la digestión.
Si algo no va bien en el sistema digestivo, como una infección o una intolerancia alimentaria, el sistema nervioso entérico enviará señales de alerta al cerebro, lo que puede desencadenar síntomas como náuseas, dolor abdominal o diarrea.
Relación sistema digestivo y sistema nervioso
El sistema digestivo y el sistema nervioso están estrechamente relacionados y trabajan en conjunto para mantener la homeostasis y el funcionamiento adecuado del cuerpo humano.
1.
El sistema digestivo es responsable de la digestión y absorción de los alimentos, mientras que el sistema nervioso regula y controla todas las funciones del cuerpo, incluyendo la digestión.
2.
El sistema nervioso autónomo, que se divide en sistema nervioso simpático y sistema nervioso parasimpático, tiene un papel crucial en la regulación de la actividad del sistema digestivo.
El sistema nervioso simpático estimula la actividad del sistema digestivo, mientras que el sistema nervioso parasimpático la inhibe.
3.
El sistema nervioso simpático se activa en situaciones de estrés o peligro, lo que puede llevar a una disminución de la actividad del sistema digestivo.
Esto se conoce como la respuesta de “lucha o huida”.
Por otro lado, el sistema nervioso parasimpático se activa en situaciones de relajación y descanso, promoviendo la actividad del sistema digestivo.
4.
El sistema nervioso también controla la secreción de enzimas digestivas y hormonas que son necesarias para la digestión adecuada de los alimentos.
Por ejemplo, el sistema nervioso estimula la secreción de ácido clorhídrico en el estómago, que es esencial para la descomposición de los alimentos y la absorción de nutrientes.
5.
Además, el sistema nervioso también regula el movimiento de los músculos del tracto digestivo, conocido como peristaltismo, que es esencial para el paso de los alimentos a través del sistema digestivo.
El sistema nervioso coordina la contracción y relajación de los músculos, permitiendo un movimiento suave y eficiente de los alimentos.
6.
El sistema nervioso también desempeña un papel en la sensación de hambre y saciedad.
A través de señales enviadas desde el sistema nervioso al cerebro, se regula la ingesta de alimentos y se controla el apetito.
Sistema nervioso del aparato digestivo
El sistema nervioso del aparato digestivo está compuesto por dos componentes principales: el sistema nervioso entérico y el sistema nervioso autónomo.
El sistema nervioso entérico es a menudo llamado el “cerebro del intestino” debido a su capacidad para controlar y regular de manera autónoma las funciones digestivas.
Está formado por una red compleja de neuronas que se extiende a lo largo de todo el tracto gastrointestinal, desde el esófago hasta el ano.
El sistema nervioso entérico tiene dos componentes principales: el plexo mientérico y el plexo submucoso.
El plexo mientérico se encuentra entre las capas musculares del tubo digestivo y controla el movimiento muscular y el peristaltismo que impulsa el alimento a través del tracto gastrointestinal.
El plexo submucoso se encuentra en la submucosa del tubo digestivo y controla la secreción de enzimas y hormonas necesarias para la digestión.
El sistema nervioso autónomo también desempeña un papel importante en la regulación del sistema digestivo.
Está compuesto por el sistema nervioso simpático y el sistema nervioso parasimpático.
El sistema nervioso simpático es responsable de frenar la actividad digestiva, mientras que el sistema nervioso parasimpático estimula la actividad digestiva.
El sistema nervioso autónomo controla la secreción de ácido gástrico, la motilidad intestinal, la liberación de enzimas digestivas y la contracción de los músculos del esfínter.
Además, juega un papel en la percepción del hambre y la saciedad, así como en la regulación de la absorción de nutrientes.
Importancia de la conexión cerebro-sistema digestivo
La conexión entre el cerebro y el sistema digestivo es crucial para el funcionamiento adecuado del organismo.
Esta conexión se da a través del eje cerebro-intestino, que permite una comunicación bidireccional entre ambos sistemas.
El cerebro y el sistema digestivo están involucrados en una compleja red de señales y neurotransmisores que regulan el apetito, la saciedad, la digestión y la absorción de nutrientes.
Esta conexión es esencial para mantener un equilibrio adecuado en el metabolismo y el bienestar general.
Una de las principales funciones de esta conexión es la regulación del apetito.
El cerebro envía señales al sistema digestivo para indicar cuándo es necesario comer y cuándo es suficiente.
De la misma manera, el sistema digestivo envía señales al cerebro para indicar que se ha alcanzado la saciedad.
Esta comunicación permite regular la ingesta de alimentos de manera adecuada y evitar tanto la falta como el exceso de comida.
Además, el sistema digestivo es responsable de la absorción de los nutrientes necesarios para el funcionamiento adecuado del cerebro.
La conexión entre ambos sistemas asegura que los nutrientes sean adecuadamente absorbidos y lleguen al cerebro en las cantidades necesarias.
Esto es fundamental para mantener un correcto funcionamiento cognitivo, mejorar la memoria y prevenir enfermedades neurodegenerativas.
La conexión cerebro-sistema digestivo también está relacionada con el estado de ánimo y las emociones.
El sistema digestivo contiene una gran cantidad de neuronas y neurotransmisores que influyen en el estado de ánimo.
De hecho, se ha descubierto que la serotonina, una hormona asociada con el bienestar y la felicidad, se produce en gran medida en el sistema digestivo.
Esto explica por qué algunos trastornos del estado de ánimo, como la depresión, pueden estar relacionados con problemas digestivos.
Por otro lado, el estrés y las emociones negativas pueden afectar negativamente al sistema digestivo.
El estrés crónico puede causar alteraciones en la motilidad intestinal, lo que puede llevar a problemas como el estreñimiento o la diarrea.
Además, el estrés también puede alterar la composición de la microbiota intestinal, lo que puede tener consecuencias negativas para la salud.
Cuida tu sistema nervioso para una digestión saludable.