Cada vez es más frecuente leer y escuchar que alguien cercano o incluso personajes famosos son celiacos o sufren síntomas de intolerancia al gluten, pero… ¿sabemos qué es realmente la celiaquía y cuáles son los síntomas? Vamos a explicártelo.

La celiaquía es una enfermedad autoinmune de origen genético que afecta principalmente a nuestro sistema digestivo ante la presencia del gluten. Es decir, nuestro sistema inmunológico detecta el gluten como algo dañino para nuestro organismo y desencadena una reacción autoinmune que daña la pared del intestino.

¿Y de qué manera? Pues bien, en nuestro intestino delgado se encuentran las vellosidades intestinales encargadas de la absorción de nutrientes. Cuando se produce una reacción inflamatoria por la presencia del gluten, estas vellosidades se dañan y provocan una mala absorción de los alimentos. Es entonces cuando aparecen los síntomas de la intolerancia al gluten.

Sin embargo, es importante saber que la celiaquía no solo afecta al aparato digestivo, sino que también repercute seriamente en el sistema endocrino, a nivel neurológico, en los huesos, en nuestro sistema reproductivo y en nuestra piel.

 

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Síntomas digestivos de la celiaquía

Los síntomas digestivos de la celiaquía varían en función de la edad del afectado y son más frecuentes en edades tempranas. Organismos como la Asociación de Celiacos y Sensibles al Gluten de Madrid explican muy bien los posibles síntomas y manifestaciones clínicas de este problema.

Así, por ejemplo, en edades tempranas los síntomas más comunes son: diarreas, dolor abdominal, vómitos, distensión abdominal, estreñimiento y una malnutrición que provoca un retraso en el crecimiento y anemia ferropénica (por deficiencia de hierro) o hipertransaminasemia (elevación crónica de las transaminasas, que son enzimas con una importante labor en el metabolismo).

En edades más avanzadas aparecen diarreas crónicas, náuseas, dolor de estómago y pesadez, flatulencias, estreñimiento, Síndrome de intestino irritable y malnutrición por la mala absorción de nutrientes que, al igual que en los pequeños, provoca anemia ferropénica, hipertransaminasemia y alteraciones de la coagulación.

 

Síntomas extradigestivos

Los síntomas extradigestivos de la intolerancia al gluten también varían en función de la edad, y son más frecuentes en edades avanzadas.

En el caso de los niños puede aparecer anorexia, apatía, irritabilidad o hipotrofia muscular, y en adultos se manifiesta con dolores articulares, óseos, fatiga y debilidad muscular, pérdida de masa ósea, osteoporosis, depresión, ansiedad, alteraciones menstruales, abortos de repetición, menopausia precoz, dermatitis, entre otros.

 

¿Por qué la celiaquía puede ser tan grave?

Hoy en día, y pese a los avances médicos, lamentablemente se estima que ocho de cada diez celiacos no están diagnosticados, un dato bastante alarmante, ya que la celiaquía no diagnosticada puede ser muy grave. El motivo no es otro que los síntomas que conlleva la intolerancia al gluten y que pueden desencadenar problemas de fertilidad, diabetes, insuficiencias hepáticas, alteraciones neurológicas e incluso linfoma.

¿Y por qué es tan bajo el índice de diagnóstico? En muchos adultos no hay un diagnóstico determinado porque los síntomas no siempre son tan claros y pueden confundirse con otras enfermedades, como por ejemplo el intestino irritable (enfermedad de Crohn) u otras intolerancias. Incluso pueden ser síntomas tan leves que no les demos importancia pensando que algún alimento en mal estado nos ha sentado mal.

Una rápida actuación ante la mínima sospecha de síntomas relacionados con la celiaquía ayuda a evitar problemas muchos más graves a causa de la enfermedad. Y es que una persona celiaca diagnosticada con una dieta sin gluten es una persona totalmente sana. El único tratamiento para la celiaquía es una dieta estricta sin gluten basada en alimentos exentos de cereales con gluten (trigo, avena, centeno, cebada).

Si tenéis cualquier duda, además, podéis consultar con la Federación de Asociaciones de Celiacos de España (FACE).

 

¿Cómo sé si soy celiaco?

A la mínima sospecha de algún síntoma que pueda estar relacionado con la celiaquía es necesario ir inmediatamente a nuestro médico.

El diagnóstico de la enfermedad celiaca viene determinado por varios parámetros: Lo primero es hacer un estudio clínico y familiar apoyado en pruebas genéticas, serológicas e histológicas en caso necesario.

La celiaquía, como hemos dicho, tiene un origen genético y un alto componente hereditario. Así, en los casos en los que haya antecedentes familiares de celiaquía o haya alguna sospecha de poder padecerla, podemos detectarla con un sencillo test genético, una prueba indolora que nos informa de la predisposición genética que tenemos a padecerla.

 

Test genéticos para detectar la celiaquía

Mediante el test de celiaquía se estudian los alelos de los genes asociados al riesgo a padecer celiaquía (HLA-DQ2 y HLA-DQ8), en función de la combinación de alelos que tengamos presentaremos mayor o menor riesgo a la enfermedad celiaca. La prueba genética, además de estimar el riesgo a padecer la enfermedad, descarta o no la celiaquía en lo casos en los que aparecen síntomas parecidos a la enfermedad ya que si no presentas la genética no eres celiaco.

Sin embargo, es importante recalcar que la genética por sí sola no diagnostica, y que para realizar un diagnóstico completo hay que estudiar también la clínica y otros parámetros del paciente.

Las personas intolerantes al gluten suelen presentar anticuerpos específicos contra esta proteína en su sangre (antigliadina, antiendomisio, antipéptidos desaminados de gliadina o antitransglutaminasa tisular), por lo que también se realiza un estudio serológico de dichos anticuerpos.

Además, en caso necesario se deberá realizar una biopsia del duodeno, ya que una de las principales características de la enfermedad celiaca en la lesión provocada por la presencia del gluten en el intestino.