¿Sabías que hay un componente genético en el gusto por lo salado, lo ácido y por lo dulce?
Así lo ha revelado un equipo de investigación liderado por Nanette Steinle, profesora asociada de medicina y endocrinología de la Facultad de Medicina de la Universidad de Maryland (EE UU).
Steinle ha estudiado la relación que existe entre la genética y la preferencia por determinados sabores y alimentos.

En un trabajo anterior publicado, “Genetics of Eating Behavior: Established and Emerging Concepts”, Steinle y su equipo identificaron qué papel jugaba la genética en cinco sabores: dulce, salado, ácido, amargo y umami e identificaron que había ciertos genes que influían en los sabores favoritos de las personas.

Tal es la expectación que despierta este hecho, que empresas del sector biotecnológico ya ofrecen servicios para hacer pruebas que permiten saber de qué modo afecta la genética en las preferencias por determinados tipos de sabores. Y es que han sido capaces de identificar más de 40 marcadores genéticos que influyen en la preferencia por alimentos dulces o salados.

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Entre los genes que relacionan con las preferencias de sabores (y tienen que ver con cómo metabolizamos la comida y con la tendencia a sufrir sobrepeso) está el famoso gen FTO, conocido como el gen de la obesidad. Y es que, este gen regula a nivel nervioso la sensación de saciedad, las personas que presentan este gen no se sienten llenas después de comer y siguen comiendo.

 

Dulce tendencia

Estudios anteriores también revelan que la gente con cierto genotipo tiene mayor tendencia a preferir alimentos salados o dulces. Así, quienes tienen la variante conocida como FGF21, asociada a la regulación metabólica de alimentos, muestran una tendencia mayor a decantarse por los dulces, en comparación con quienes tienen otra variante del gen. Este dato lo desvela un estudio publicado en la revista científica “Cell Metabolism”.

Sin embargo, los expertos advierten de que no vale aferrarse a la genética como excusa para caer en malos hábitos alimenticios. Desde Biobooklab advierten de que “tengamos precaución a la hora de considerar este tipo de análisis genéticos, ya que solo son orientativos y su realización sin supervisión de especialistas pueden suponer una mala interpretación y, en consecuencia, un riesgo para la salud”. De hecho, existen otros factores a tener en cuenta como el índice de masa corporal, la falta de sueño, las hormonas, la deshidratación y el sistema de recompensa cerebral o el estrés.

Por este motivo, insisten en que antes de colocar todo el peso sobre los genes, es necesario conocer bien los motivos y aprender a gestionar los antojos, todo ello bajo supervisión de un especialista en nutrición.