¿Qué es la huella genética?
Nuestra identidad es personal, intransferible, y está determinada por nuestro ADN, que contiene la información de lo que somos y todo lo necesario para que podamos desarrollarnos y sobrevivir.
Esta información la compartimos con el resto de las personas, sin embargo, hay algunas regiones que son únicas de cada individuo que son las que conforman el perfil genético, esto es, lo que llamamos nuestro “DNI genético” o “huella genética”.
La huella genética es mucho más precisa que otros métodos de identificación, ya que se encuentra en todas las células de nuestro cuerpo y no varía a lo largo de la vida de la persona.
¿Cómo se obtiene la huella genética?
Obtener la huella genética es muy sencillo. A partir de una muestra de células, por ejemplo de la misma mucosa bucal, se extrae el ADN y se analiza con el objetivo de buscar esas regiones o marcadores genéticos individuales que conforman nuestro DNI genético.

¿En qué consiste la prueba de huella genética?
En 1984 un genetista británico, Alec Jeffreys, desarrolló lo que conocemos como análisis de identificación genética o huella genética.
En este análisis lo que se busca son hasta 25 marcadores cuya combinación define el DNI genético. Estos marcadores, al igual que el resto de información del ADN que poseemos, lo hemos heredado de nuestros padres (la mitad de los marcadores de nuestra madre y la otra mitad de nuestro padre). Esta combinación de marcadores genéticos es tan variable que es lo que precisamente nos hace únicos.
Solo en el caso de los hermanos gemelos homocigotos este perfil genético será idéntico, ya que comparten la misma secuencia de ADN.

¿Para qué sirve la huella genética?
Gracias a la huella genética es posible diferenciar a cualquier persona con una muestra de ADN. Por eso la huella genética es muy útil en ciertas áreas como la medicina forense, la identificación de personas y restos humanos, o en las pruebas de paternidad o parentesco.
Un ejemplo muy interesante es el de los militares. Y es que, dentro de las pruebas que les hacen (la denominada Ficha de Identificación Sanitaria o FISAN) se recogen huellas dactilares, odontograma, cicatrices y tatuajes, y la huella genética a través de una muestra de sangre, algo muy útil a la hora de llevar a cabo una identificación en caso de accidente por el alto riesgo que implica su profesión. Aunque inicialmente se pedía la FISAN cuando se acudía a una misión, hoy en día la norma ha sido modificada y se realiza a todos los militares (en caso de que no quiera someterse a la misma deberá firmar un documento en el que conste su deseo de no realizarla).
Otra aplicación que tiene la realización del DNI genético es en el caso de los niños adoptados, ya que no comparten el ADN de los padres y no sería posible realizar una identificación genética en el futuro en caso de que fuera necesario.
Asimismo, en el caso de los denominados “niños robados” y que tanta polémica está suscitando en los medios, este tipo de técnica está siendo muy útil a la hora de buscar a esos hijos y a sus supuestos padres biológicos.
Todas estas aplicaciones convierten a la huella genética en una herramienta muy importante que puede ayudar a resolver numerosas cuestiones relacionadas con la identificación de personas.
Tienes más información en nuestro apartado de test de identificación.